martes, 15 de mayo de 2012

EL CAMBIO CLIMÁTICO Y EL EFECTO INVERNADERO


 
El efecto invernadero es un fenómeno natural, convertido por el hombre en una amenaza a su propia seguridad. Los principales gases producto de la actividad humana que contribuyen al efecto invernadero son: el bióxido de carbono o gas carbónico ( CO2), el metano (CH4), los óxidos nitrosos (N20), los clorofluoro-carbonos (CFCs) y el ozono troposférico (O3). Se derivan principalmente del consumo de energía, de la actividad industrial y de la expansión de la agricultura.




Los cambios climáticos que se derivan del acentuamiento del efecto invernadero se encuentran relacionados con:
  •  Los excesos de niveles de consumo y de producción de desperdicios de las sociedades industrializadas.
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  • El crecimiento de la población y el acentuamiento de la pobreza en los países en desarrollo.
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  •  La priorización del desarrollo económico, excluyendo de sus indicadores la mayor parte de los costos sociales y ambientales que se generan.
  • La estructura de las relaciones económicas internacionales, profundamente injustas para la mayor parte de la humanidad.
Las posibilidades de alcanzar metas que permitan minimizar los efectos del cambio climático implícito en el proceso actual de desarrollo, depende de un esfuerzo concertado entre todos los países de la Tierra.
 
El efecto invernadero es, en realidad, un fenómeno natural, causado por la presencia de gases en la atmósfera, principalmente vapor de agua y gas carbónico. Estos gases retienen parte de la energía calórica que se recibe del sol, manteniendo la temperatura dentro de límites que han permitido el desarrollo de la vida como la conocemos. Sin la concentración natural de estos gases en la atmósfera, la temperatura promedio en la superficie de la Tierra sería similar a la de la Luna, unos 18º C. bajo cero.
 
Los gases del efecto invernadero permiten el paso de las radiaciones solares de onda corta, calentando la superficie de la Tierra. A la vez absorben parte del calor que emana de la superficie en forma de radiaciones infrarrojas, de mayor longitud de onda que la luz solar, manteniéndose así una temperatura promedio en la superficie del planeta de unos 15º C.

El efecto invernadero no es, por sí mismo, una amenaza para la vida en la Tierra. Pero la actividad humana tiende a aumentar la concentración de CO2 y otros gases en la atmósfera. Como consecuencia, una mayor cantidad de energía calórica solar es atrapada en la atmósfera, elevando la temperatura promedio del planeta.

 
Entre los efectos previsibles de las tendencias actuales se encuentran:

-  Una posible elevación del nivel del mar de unos 20 cm. Las consecuencias sobre las zonas costeras serían catastróficas. Se amenazaría la seguridad de más de 2.000 millones de personas que viven en zonas costeras. Se modificarían los patrones de las lluvias, de las pestes y los ciclos de la agricultura. Enfermedades como la malaria y el dengue podrían extenderse sobre una mayor proporción de la superficie de la Tierra.
- Probablemente se acentuaría tanto la intensidad como la frecuencia de huracanes y ciclones en la zona tropical y se extenderían a latitudes hoy poco afectadas o fuera del alcance de estos fenómenos naturales.

- Posiblemente se afecte la estabilidad de los bosques tropicales y su diversidad biológica, debido a su alto grado de vulnerabilidad a cambios en el equilibrio ambiental.
- Los arrecifes de coral contienen la mayor diversidad genética después de los bosques tropicales, incluyendo un tercio de todas las especies de peces que se conocen.

- Un cambio en 2 o 3º C. en la temperatura promedio del planeta podría aumentar la pluviosidad en zonas de alta precipitación, principalmente en los trópicos, afectando a los ciclos agrícolas, agravando las inundaciones y la erosión de los suelos. Pero también puede causar una menor precipitación en épocas de sequía, con considerables efectos sobre la agricultura, así como sobre el suministro de agua y alimentos a zonas pobladas.

 

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